domingo

Crónica de una fiesta accidentada, Parte I

Ilusionadas con la Fiesta de la Primavera era decir poco. Mis amigas y yo llevábamos semanas planeándolo.
Dejamos los libros en la taquilla, pedimos la comida para llevar en el burguer y compramos el alcohol en el supermercado.
Cogimos un bus y llegamos allí. Había mucha gente. Comenzamos a beber y a intentar contactar con amigos pero la falta de cobertura hizo que todos los que estaban en la barrilada estuviesen prácticamente aislados.
Mis amigas, que comenzaban a reirse por cualquier tontería y que empezaban a hablar con cualquier desconocido, se lo estaban pasando divinamente pero lo cierto esque yo estaba aburrida. Y no sólo porque estaba rodeada de borrachos indecentes que aprovechaban cualquier oportunidad para enseñar sus penes, también porque por más que intentaba buscar a mis amigos no veía a nadie.
Sabes cuál es esa sensación que sientes al estar en una piscina o en el mar en el que no tienes pie y estás cansada de nadar y empiezas a agobiarte porque no llegas al suelo y tampoco puedes seguir nadando?
Así me sentía yo. Rodeada de gente, de mucha gente, y sin cobertura. Me sentía perdida y agobiada.
Pero lo mejor aún no había llegado.

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